viernes, 15 de julio de 2011

LA APNEA




La apnea obstructiva del sueño afecta a millones de personas en todo el mundo, pero sólo un pequeño porcentaje de los que la padecen alcanza a detectarla y puede iniciar los tratamientos adecuados para combatirla.
El resto, muchas veces por desconocimiento o por creer que se trata de un problema insignificante que no afecta seriamente su calidad de vida, no hace nada para evitarla y sufre rápidamente las consecuencias, ya que cada noche que pasa deteriora el funcionamiento de su organismo de manera irreversible.

Sepa por qué ocurre, cómo reconocerla, quienes son más propensos a presentar este cuadro, cuáles son las claves para evitarla y qué hacer si se la padece.
Antiguamente se asociaba el ronquido con un buen sueño. Pero, en la actualidad, se sabe que cuando más se ronca, peor se descansa… y esto incluye tanto al roncar como a quien duerme a su lado.

RONCAR NO SIEMPRE ES PELIGROSO
Antes que nada, hay que tener en claro que cerca del 95% de la población ronca en algún momento de su vida, y que una de cada cuatro personas lo hace en forma habitual. Por lo tanto, no hay que acomplejarse.
Lo que sí se debe hacer es tomar ciertas precauciones, por ejemplo, comprobar si usted sólo ronca o si además sufre del síndrome de apnea obstructiva del sueño.
Pero, antes de alarmarse innecesariamente, debe saber que no todos los ronquidos son peligrosos.
 Brindaremos una  guía para que las personas entiendan por qué roncan y también aprendan si sufren o no apnea del sueño.

RONQUIDO CONTINUO O INTERRUMPIDO
No importa si su ronquido es suave o intenso; lo único que importa es su continuidad, es decir, que no deje de respirar durante diez o más segundos seguidos. Si su respiración cesa durante un período inferior, no hay que alarmarse, ya que se trata de un fenómeno natural que se denomina pausa respiratoria y que suele darse en ciertas fases del sueño.
Ahora, si sospecha que entre un ronquido y otro deja de respirar durante más de diez segundo, será necesario que le pida ayuda a su pareja o a un familiar para que pueda confirmar o descartar su inquietud.
Para medir la gravedad del problema, será útil que alguien lo observe mientras duerme un período de media hora, con el fin de averiguar si realmente deja de respirar y si es así, durante cuántos segundos. El mejor momento para comprobarlo es una hora después de que se haya dormido, es decir, durante la segunda hora de sueño. Si comprueba que usted no respira durante un mínimo de diez segundos en tres ocasiones o más durante esa media hora, deberá acudir lo antes posible a un especialista en trastornos del sueño.
En caso de que no tenga alguien que pueda ayudarlo a descubrir si sufre paradas respiratorias, plantéese si padece los síntomas diurnos de  esta alteración: exceso de sueño, fatiga, problemas de concentración y / o pérdida de memoria. Además, usted mismo se puede grabarse con un  equipo, en Cd o casete, y aunque se trate de un método poco ortodoxo, siempre será mejor que no actuar.

LA  APNEA
La falta de tono muscular de las vías respiratorias puede acabar colapsándolas, lo que impide el paso del aire. Estas paradas respiratorias reciben el nombre de “apneas”. Para ser consideradas patológicas deben tener una duración de diez segundos o más y producirse por lo menos cinco veces por cada hora de sueño. Por lo general, los episodios de apnea van seguidos de un despertar que permite superar el episodio.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) se puede reconocer por los siguientes síntomas: ronquido intenso, apneas, excesiva somnolencia diurna, hipertensión, despertarse algunas veces con la sensación de estar ahogándose y con taquicardia, dolores de cabeza al despertar, fatiga crónica, irritabilidad, apatía, descenso del apetito sexual, ansiedad, sequedad bucal, mal aliento y exceso sudoración al dormir, entre otros.

CAUSAS
Las causas del SAOS, es decir, del proceso por el cual se produce la excesiva pérdida de tono en las vías respiratorias altas hasta el punto de impedir el paso de aire, no se conocen con exactitud. Sin embargo, los especialistas concuerdan en que se trata de una disfunción neurológica en el control motor de la musculatura de la garganta y de la faringe, que afecta más a los hombres que a las mujeres, y que existe una clara predisposición genética a sufrirla. Además, existen ciertos factores que agravan este síndrome, por ejemplo, la obesidad, fumar  y la ingesta de alcohol.
Cuando existe la sospecha de SAOS, el especialista, además de realizar una revisión otorrinolaringológica con el fin de conocer el estado de las vías respiratorias, recomendará que el paciente se someta a un examen llamado polisomnografía, que es una técnica que estudia el sueño de la persona mediante el registro nocturno de su actividad cerebral, tono muscular, frecuencia cardíaca y respiratoria, y saturación de oxigeno en la sangre. Para realizar este examen es necesario que el paciente pase una noche en un centro hospitalario.

PARA TENER ENCUENTA
Independientemente del origen del ronquido y del tratamiento que recomiende el médico, todos los roncadores deberán adoptar una serie de medidas, que son las siguientes:

*Cenar con moderación y un mínimo de dos o tres horas antes de irse a dormir.

*No  deber alcohol ni durante ni después de la cena, ya que éste favorece la relajación muscular, y ésta, el ronquido.

*Evitar la toma de medicamentos que contengan sustancias relajantes, tales como tranquilizantes hipnóticos y antihistamínicos.

*No fumar, ya que el tabaco irrita las vías respiratorias altas.

*Realizar, por lo menos, veinte minutos de ejercicios por día para estar en forma y evitar los kilos de más. Recuerde que el sobrepeso es uno de los peores enemigos del roncador.

*Dormir con la cabeza un poco más alta que el resto del cuerpo para evitar, el efecto de la gravedad, la mandíbula y la lengua se desplacen hacia atrás y dificulten el paso del aire.

*Dormir de costado. La llamada terapia posicional, consiste en evitar la postura supina- boca arriba-, ofrece buenos resultados para disminuir la frecuencia e intensidad del ronquido.

SÍNTOMAS RELACIONADOS CON ESTA ENFERMEDAD
Todos o algunos de los siguientes síntomas pueden aparecer en las personas que sufre apnea obstructiva del sueño:

*Ronquidos sonoros.

*Ronquidos que se interrumpen por períodos en los que no hay respiración (apnea).

*Cese de la respiración durante el sueño.

*Despertarse frecuentemente durante la noche.

*Adormecimiento o sueño anormal durante el día.

*Dolor de cabeza.

*Aumento de peso reciente.

*Atención limitada.

*Pérdida de memoria.

*Juicio pobre.

*Cambios en la personalidad.

*Letargo.

*Hinchazón general.

*Alucinaciones.

*Disminución de la conciencia.

*Confusión.

*Presión sanguínea elevada.

DIAGNÓSTICO
Para detectar esta enfermedad, o para confirmar su presencia si hay sospechas, el médico especialista realizará un examen físico de la boca y garganta para detectar anomalías y realizará una serie de preguntas acerca de la somnolencia diurna, la calidad del sueño, y los hábitos de sueño.
También puede solicitar que se realice alguno de los siguientes estudios:

*Estudios del sueño.

*Un ECG para mostrar arritmias durante el sueño.

*Gasometría arterial para mostrar bajo nivel de oxígeno o alto nivel de dióxido de carbono.

*Un ecocardiograma para evaluar la función cardíaca.

*Estudios de la función tiroidea.

TRATAMIENTO
El objetivo principal del tratamiento de apnea es establecer, o mantener abierto, el paso del aire para prevenir episodios apneicos durante el sueño.
Se considera casos moderados de SAOS aquellos en que el roncador sufre entre veinte y cuarenta apneas por hora, y graves o severos cuando superan las cuarenta. En ambos casos se produce una importante pérdida de la calidad de oxígeno en la sangre, con el peligro que ello supone para la salud.
Cuando el especialista dispone de todos los resultados de los estudios, tiene básicamente dos opciones terapéuticas: la  intervención quirúrgica y el uso de un equipo de ventilación asistida. En el caso de la intervención quirúrgica, existen diversas técnicas cuyos objetivos es ampliar las zonas estrechas de la garganta del paciente.
En todo caso, hay que tener en claro que ambas opciones terapéuticas no son excluyentes y que, según el caso pueden combinarse. Es i9mportante subrayar que bajo ninguna circunstancia el paciente tendrá que dejar de cumplir con las medidas que se les recomiendan a quienes padecen de SAOS, sobre todo la del descenso de peso en caso de obesidad. En efecto, el control del peso (o pérdida intencionada de peso) y evitar el consumo de alcohol y sedantes por la noche pueden ayudar en los resultados.
Si estas medidas no dan los frutos esperados de cesar la apnea del sueño y continúa la obstrucción se prescribe una mascarilla especial, que se pone sobre la nariz y la boca durante la noche. En casos, una terapia con oxígeno puede mejorar los resultados.

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